Días así




Hace días
que está así
todo en suspenso:
los perros taciturnos
los árboles inmóviles
los pájaros rendidos
como en silencio
esperando
resignados
la oscuridad prematura
el grito crudo del viento
la descarga repentina
feroz
del aguacero.

Solo queda esperar
para nosotros
que andamos ocupados
con el tiempo:
entrar el auto
cerrar las puertas  
asustar a los chicos
mientras juegan:
“guarda que se larga
en cualquier momento”.

Y cuando el cielo
finalmente se ilumina
y llegan como ahogadas
las salvas de los truenos
nos queda el mezquino
placer de la ventana
la venia
pasajera del agujero
y ese gusto ambiguo
que nos dejan
ciertas formas prosaicas
de la vida
como el trazo difuso de un muchacho
corriendo a refugiarse
por las vías.

Reencuentro (La calle de la luna versión 2014)


A las cinco de la tarde preparamos todo: los lomitos, el pan, las gaseosas. Salimos con Marcos caminando para la parada de colectivo. El destino final es Lezica y Torrezuri. Cuando llegamos a Belgrano y Mitre, miro el celular y tengo un mensaje de Lucía que me dice que compre una gaseosa. Le cuento a Marcos que sólo tengo diez pesos en la billetera.
Caminamos desde la ruta 7 hasta la casa de los chicos. Llegamos media hora antes de lo acordado. A veces, los reencuentros nos aceleran el corazón y no podemos llegar puntualmente. Es el ansías de volver a escuchar las mismas voces que nos acompañaron en otro momento y que vuelven a aparecer como por arte de magia.
Mientras va llegando Patri y Maxi la conversación se vuelve más ruidosa y animada. Patri saca de unas bolsas, yuyos de todo tipo. Maxi se pone a hablar con Mauro de Fabián Casas y le presta unos libros ¿Qué es esto? pienso ¿Un taller literario? ¿Una reunión de amigos? ¿Un grupo de filosofía colectivo? ¿Un lugar para recomendar películas, libros? ¿Un espacio político? No lo sabemos bien. Cada uno aporta como puede. Una cita, un recuerdo, una sensación, una forma de escribir, una crítica.
En ese caos que son las voces de seis personas hablando, al mismo tiempo, es donde se da el intercambio real, imposible de acceder. Las conversaciones se entrecruzan, se mezclan. Nadie aclara cuál debe ser la voz comandante y eso tampoco importa.
Quizás, es la experiencia de taller literario más democrática que tuve. Quizás, la Calle de la Luna es mucho más que un espacio de escritores: es un lugar donde se entreveran, al ritmo del dos por cuatro, millones de ideas, sentires, conceptos y todo eso forma lo que todos querríamos poseer políticamente: una comunidad imposible, completamente igualitaria.

Constelaciones





Si se duerme, al fin,
no era más que tu luz
la que le lastimaba los ojos.
No la mires más desde el borde de la cama.
Puede sostenerse sola en el sueño
y mantenerte del otro lado de su historia.
Puede irse, dejarte congelado en esta duración
y volver respirando,
como si nada.
Pero no la mires más

desde el borde de tu cama.

Aventura del niño astronauta


niño astronauta
reino
del cosmos
no podés ver

que en el medio del cerro

los otros pequeños
seguirán su vida
 de ají picante
y muña muña

y mientras
 viajes por el espacio

niño astronauta

verás los siete colores
como una hazaña
del tiempo

los yuyos
de los Inca coyas
entrarán en el espacio exterior

volarás
como un
androide electro- aymara

fortuna
de artesano


AMÉN


Dios me libre
de este marasmo furioso de clavos oxidados
que discute con mi cuerpo
en mi cuerpo
y exita el odio
obturado entre las vísceras desde hace tiempo.
Posesión latente, evitada, aplazada.
Camino desandado de la meditación.

Dios me libre y  te guarde,

de mi

Espera




Es un buen hombre
me digo siempre
cada vez
que vamos
y lo vemos concentrado
atendiendo
a los clientes.

Echále esto,
me dice.
Está hecho con algas.
Pero echále poco.
Un par de veces nomás.
Para vivir,
machaca,
la planta se la tiene que aguantar.

Es un verano seco
y caluroso
y en los invernáculos
las plantas
languidecen.

Se le pueden echar otras cosas,
¿viste?,
pero con esto está bien.
Tampoco es para volverse loco.
Cuando viene mal
viene mal.

Al fondo
su mujer
sacude la cabeza
mientras riega.

Lleváte el formio también
después me lo pagás.
En dos semanas empieza a llover.
Por ahora hay que esperar.  

Cadenas


 

Llegará el día en que seamos libres
me decías
mientras te encadenabas a la puerta
de un Ministerio.

Acaso no nosotros
tal vez nuestros hijos
pueden ser
incluso
nuestros nietos.

Yo no espero nada
de lo que no tengo
repetías
pero de todos modos me levanto
y ensayo mientras puedo
una caricia
aunque me piquen los ojos
por el sueño.

Llegará el día
veremos
en que aprendamos a vivir
de lo que abunda
y de tan pobres
diremos:
esto sí
esto no
esto sí pero así
esto nunca. 

Identidad




Es una lucha incesante
la que mantiene el periurbano
contra el tiempo
por sostener su identidad amenazada
en permanente cambio
y movimiento
a punto siempre
de alterar su forma
y transformarse en algo nuevo:
un circuito de golf para iniciados
una agencia de autos alemanes
otro barrio cerrado  
un vertedero
expresiones sustanciales
de un mercado vigoroso
en franco ascenso
que remata los campos
por porciones
con carteles de colores
que aseguran:
“gran oportunidad”
“excelente suelo”.

Es una lucha incesante
la que mantiene el periurbano
contra el dueño
de su destino de tierra a la deriva
siempre dócil
para el molde los sueños
de los iluminados
los especuladores
y los inversionistas
que aguardan a que el pueblo
se retire
extiendan unos metros
la autopista
y cuando llegue la hora
anuncien el banquete del progreso
mordiendo la pradera
con sus excavadoras.

Es una lucha incesante
la que mantiene el periurbano
contra aquellos
que ganaron la batalla
sin desmedro
del pellejo
y proyectan satisfechos
paraísos asequibles 
para un futuro sin techo
refugios indiscutibles
del sujeto 
hecho y derecho
y prometen
siempre prometen:
el campo
las plantas
las vaquitas
la vida sencilla
del hombre de pueblo.

En la ruta




Era un tipo encorvado
flaquísimo
y rengueaba de la pierna izquierda.
Tenía un puesto de bondiola
en la ruta 5
a la altura de Suipacha.

“¿Qué le sirvo, jefe?”

Paramos dos o tres veces
yendo de pasada a Chivilcoy
a buscar engranajes para revender
en Warnes.  

“En las buenas hay que ser prudente
y no cebarse demás
porque si te confiás
volás muy alto, ¿no?
demasiado alto volás
y cuando te sueltan la mano
-siempre algún hijo de puta te va a soltar la mano,
sabés-
te estrolás”.

El carro estaba debajo de unos eucaliptos
pero alguien los había podado
y el sol pegaba directo
sobre las chapas.

“Algo te rompés seguro
ni hablar
y a veces se puede
y otras no se puede arreglar
aunque después todos se compadezcan
cuando te vean llorar”.

Cortó un pedazo de carne
y lo empujó dentro del pan.
Después soltó una puteada por lo bajo
y regresó al mostrador arrastrando la pierna
agitado.

“Son treinta pesos,
gaucho;
ahí tenés criolla y chimichurri
si querés”.

Alergia




Otra vez con alergia.
Ayer fue un día raro:
que el sol
que el viento
que a la noche refresca
que la humedad.
Sobretodo eso:
la viscosidad.
Todo saturado
todo pegajoso.
todo residual.
Uno transpira enseguida
y claro
lo que se moja
tarde o temprano
tiende a secar.
Sobretodo si hay viento.
Viento fresco.
Viento escurridizo.
Viento primaveral.
Está limpiando
dice un vecino que pasa caminando en mangas de camisa
fuerte como un nogal.
Va a ser un día hermoso mañana
Mauro
vas a ver como limpia
repite y se va.
Pero a mi la humedad se me queda
se me mete adentro
parece que me quiere devorar.
Le pongo la queja a mi mujer.
Y bueno 
me dice
que le vas a hacer
así es este lugar:
un charco;
¿no es lo que todos dicen?
¿qué acá cuesta respirar?
Entonces busco el inhalador
agarro la pala
y vuelvo a inclinarme sobre la tierra:
hija de puta
no me vas a ganar.


Los médicos dicen que la alergia viene de otra parte:
cosas que no se dicen
cosas que no se hacen
cosas que se quedan como encerradas
sin expresar.
Yo no sé bien que pensar:
si es que no digo las cosas
no cuento lo que me pasa
o estoy acá cuando quiero estar allá.
Yo agarro la pala y le meto.
Y cavo
y cavo
y le meto un poco más.
Y de tanto cavar me transpiro.
Más con esta humedad.
Y después el sudor se me seca en la piel
y me corre una especie de escalofrío
como cuando miro el cielo
y me doy cuenta
que no hay final.


Otra vez con alergia.
Mejor dejo la pala
y me siento un rato a respirar.
Descansá un poco
me dice mi mujer.
Pará un poco que te va a hacer mal.
Y yo le hago caso.
Si ella me lo dice, por algo será.