Un trípode de poder (Parte 1)






Un trípode de poder


(I) Economía: Las virtudes de la leche

La verdad láctea 
no me deja ver
la vía láctea.
Han encendido las chimeneas
porque reactivaron el consumo
y yo calculo:
polvo estelar más polvo industrial igual a…

Mala idea aficionarme a la astronomía
en este pueblito de camioneros
platudos, argentados, argentinos.

(Pero todos acá comen del Gran Pajarón Blanco, hijo mío
¿o será al revés, Hierónimus Pascual?
Nos ha tocado habitar la puertita derecha
del jardín de las delicias:
¿Llegás hijo mío a ver el pajarito allá sentado en su trono?
¡Fijate cómo morfa obreros, caga obreros!)

 
Arriba en la bóveda celeste postindustrial
alguien mordió la teta
de la diosa producción
y nos dejó otro sendero blanco flotando en el aire.
Leche, lechita, lechaza.
Sí, el slogan es un ritornelo que recorre estas calles:
hay una verdad, no en la nerudiana noche planetaria
sino en los innumerables camiones que trafican
con la puritana inmaculada aguada lechita
nívea traza que guía al pueblo obrero.
¡Oh Atlas de entrecasa, sostiénenos con brazo firme!

(Porque vos también podrías comer del Gran Pajarón Blanco, hijo mío
¿No te gustaría ofrendar tus músculos virginales
a su estómago insaciable, hijo mío?
Sueldo en blanco, sindicato, vacaciones pagas, obra social.
Ser parte de la dieta descremada del animal, oílo producir
dale que dale tomar asalariados despedir asalariados.
Es ahora, hijo mío, cuando tanto consumo lo deja con hambre.)

 
Hace frío en la terraza,
ya es tarde para el primer turno.
Las observaciones astronómicas
van a quitarme el presentismo,
y yo sigo sin saber cuál es la verdad láctea
¿Fue Heracles o Pascual? ¿Quién de los dos
mordió más fuerte la teta del Progreso?
Los griegos no se imaginaron semejante final, no,
ni el Pajarón de Hierónimus pretendía darme letra
para este delirio producto de los gases postindustriales.
Anestesiado. Alienado.
Agradecido por la combustión de la verdad.
Guardo las cartas celestes.
Me voy a dormir.


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