La promesa






La mañana es silenciosa
en este barrio
donde la Pampa todavía se expresa
con sus latidos sordos
y sus silencios largos
y un hombre cualquiera puede erguirse
estirar las piernas
respirar profundo
caminar con rumbo
a ningún lado
olvidarse por un rato del convenio colectivo
que suscribimos todos
cuando llegamos
a esta tierra misteriosa
fulgor verde que se enuncia
apenas
en el zumbido del viento
el chasquido de las hojas
las frágiles patitas del hornero
sobre el indispensable tejado
que nos protege menos del agua
que del camino
que abrimos con nuestras propias manos.


La mañana es silenciosa
en este barrio
donde parece menos urgente
la letra grande del diario
y las palabras resuenan con voz propia
y convocan
sentido antiguo
eco manifiesto
signo estable
concordancia
tic tac de los buenos tiempos
que no registran las máquinas
cuya fortuna seguimos resignados
expectantes a lo sumo
por los últimos índices de consumo
empleo
producción
exportaciones
cosecha gruesa
superávit fiscal
turistas arribados
reinversiones
que garanticen el crecimiento sostenido
de esta civilización cronometrada
ajustada a los valores
de los indicadores
cuyo ascenso promete elevarnos
al reino de la dignidad
como consumidores
sujetos de derecho
contraparte necesaria
de la inclusión que vamos transitando
para acortar el trecho
de la afrenta
el oprobio
la inexcusable distancia.


Acá uno puede sentarse en un tronco
inevitablemente frío
frotarse el pecho
cruzarse de brazos
y mirar la escarcha disolverse
Heráclito periurbano
frente al cauce minúsculo del río
que subyace todavía
en las profundidades
de lo aprehensible
lo cotidiano
lo mineral.


Acá uno puede
si quiere
cuestionarse las ideas
las consignas
las propuestas
los relatos
si está dispuesto en definitiva
a sentarse en el banquito
y posar para el retrato
y no siente temor
por haber completado la rutina
que con total responsabilidad
ha ejecutado
si se anima a aflojarse la camisa
rascarse la cabeza
sacarse los zapatos
y preguntarse intensamente
y sin apuro
si podremos algún día conducir
la marcha del ladrillo
o acabaremos cubiertos por los muros
de los caprichos.


La mañana es silenciosa
en este barrio
donde a pesar de todo
siempre se escucha batir
a lontananza
el metálico disparo de un martillo
la descarga sorda de un hacha
los rugidos voraces de las sierras afiladas
himnos genuinos
de la esperanza
de un pueblo que sabe que la Historia
es mantener caliente la casa.


La mañana es silenciosa
en este barrio
de viejos paraísos
y olmos altos
donde los perros duermen en las calles
y las liebres erráticas esquivan autos
y los chicos van de blanco a la escuela
charlando
esperando que nosotros
les mantengamos la oferta
del progreso
y el salario.

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